Violet y Finch (Punto de encuentro) es una novela de romance adolescente escrita por Jennifer Niven. A pesar de dirigirse a un público juvenil, la historia es más compleja y adulta de lo que solemos ver en este tipo de libros, y quizás esa sea precisamente la clave de su éxito.
En este post repasamos las mejores frases de Violet y Finch. Violet está rota. Finch está roto. ¿Pueden dos mitades rotas reconstruirse? Puedes encontrar el libro en Amazon.
Frases de Violet y Finch
Frases de Violet
[…] es posible que incluso los lugares más pequeños tengan algún significado. Y de no ser así, quizá lo tengan para nosotros. Como mínimo, cuando nos marchemos, sabremos que los hemos visto.
¿Crees que el día perfecto existe? Un día perfecto. De principio a fin. En el que no ocurre nada horroroso, ni triste, ni ordinario. ¿Crees que es posible? Yo nunca lo he tenido, pero lo busco.
¿Y si la vida pudiera ser así? ¿Solo las partes felices, no las horribles, ni siquiera las medianamente agradables? Es lo que quiero hacer con Violet: darle solo lo bueno, mantener alejado lo malo, para que siempre estemos rodeados solo de cosas buenas.
Cambiada para siempre. He cambiado para siempre.
Como todas las cosas que no perduran, el día de hoy se ha ido, pero ha sido un día bastante bueno. El mejor en muchos meses.
Conozco lo suficientemente bien la vida como para saber que no puedes contar con que las cosas permanezcan intactas e inmóviles, por mucho que te gustaría que así fuera. No puedes evitar que la gente muera. No puedes evitar que se marche. Ni siquiera uno mismo puede evitar marcharse.
Cuando me pregunta qué color quiero, le digo que azul, un azul como el del cielo. Vierte la pintura en un recipiente y le observo, paralizada, incapaz de moverme ni de respirar. Es como volver a perder a Finch.
Cuando piensas en cosas como las estrellas, casi parece que nuestros asuntos carecen de importancia, ¿verdad?
Cuando una canción acaba siéndolo, la llevas dentro de ti, en lo más profundo.
De pronto, tengo uno de esos momentos que se tienen cuando has perdido a alguien, en los que te sientes como si te hubieran dado una patada en el estómago y te hubieras quedado completamente sin aire y piensas que nunca más recuperarás la respiración. Ansío sentarme en este suelo asqueroso y llorar y llorar hasta que ya no pueda llorar más.
Debe de ser un sentimiento horroroso querer a alguien y no poder ayudarlo.
Dejar de tener miedo. Dejar de pensar tanto. Llenar los espacios que he dejado atrás. Volver a conducir. Escribir. Respirar.
Desde que dejé de escribir, leo más que nunca. Palabras de otras personas, no mis palabras: mis palabras se han volatilizado.
El apocalipsis ultravioleta. Le doy las gracias y de camino al coche recuerdo la piedra, que aún tengo en la mano. La abro y allí está, la primera cosa que me regaló y que luego yo le regalé a él. Y que ahora me ha devuelto: Tu turno.
El resto del mundo no se ha detenido, ¿lo entienden? Todo el mundo continúa con su vida, y es posible que yo no quiera.
Eres todos los colores en uno, con su máxima intensidad.
Estoy llorando, con fuerza, hipando, como si hubiera contenido la respiración durante muchísimo tiempo y por fin pudiera respirar.
Germen: nombre, principio u origen de una cosa material o moral; esbozo que da principio al desarrollo y crecimiento.
Hay carcajadas, puesto que estamos en el instituto, lo que significa que somos predecibles y que casi todo nos parece gracioso, sobre todo cuando se trata de la humillación pública de otro.
He aprendido que en este mundo existe el bien si te esfuerzas por encontrarlo. He aprendido que no todo el mundo es decepcionante, y en eso me incluyo a mí, y que un montículo de 383 metros puede parecer más alto que un campanario si te encuentras al lado de la persona adecuada.
La melodía me llena la cabeza y se estanca allí, como si formara parte de mí, de tal modo que pasan los días y sigo cantándola.
Lo único que me hace sentir mejor es saber que, fuera lo que fuera lo que Finch escribió, siempre seguirá allí, bajo las capas de pintura.
Me encanta el universo de mi habitación. Estoy más a gusto aquí que fuera porque aquí puedo ser lo que quiera. Soy una escritora brillante. Soy capaz de escribir cincuenta folios al día y jamás me quedo sin palabras. Soy una estudiante matriculada en el programa de escritura creativa de la NY. Soy la creadora de una popular revista online, no la que hacía con Eleanor, sino una nueva. No le tengo miedo a nada. Soy libre. Estoy a salvo.
Me queda un lugar adonde ir de excursión. Quiero postergarla al máximo porque sé que cuando vaya allí el trabajo de habrá acabado, lo que significará que ya no me quedará nada más de Finch pendiente de encontrar. Aunque todavía no he encontrado nada, salvo las pruebas de que él vio todos esos lugares sin mí.
Miro todos los días que faltan hasta la graduación y la libertad y noto una extraña opresión en el pecho. No es más que un conjunto de días, menos de un año, y después quién sabe adónde iré y qué haré.
Mis padres son perfectos, como Ryan. Son fuertes, valientes y me quieren, y aunque sé que deben de llorar, enojarse y tal vez incluso tirarse cosas a la cabeza cuando están solos, rara vez me lo demuestran. Me animan a salir de casa, a volver a subir al coche y a circular por la carretera, por decirlo de algún modo. Escuchan, preguntan y se preocupan, y siempre están ahí para ayudarme. Si acaso, están quizá demasiado ahí para ayudarme. Necesitan saber adónde voy, qué hago, a quién veo y cuándo volveré. <>
Nado por la superficie bajo el cielo intenso y despejado, bajo el sol, bajo todo ese azul que me recuerda a Theodore Finch, del mismo modo que todo me recuerda a él, y pienso en mi epitafio, pendiente aún de escribir, y en todos los lugares que recorreré. Ya no tengo raíces, pero floto, toda de oro. Siento que mil posibilidades nacen de mí.
No debería importarme porque no duele. Desaparezco y ya está.
No está en ninguna parte. No está muerto. Simplemente ha encontrado ese otro mundo.
No me preocupa que Finch y yo no grabáramos nada de nuestras excursiones. No me preocupa que no nos dedicáramos a recoger recuerdos de los lugares o no tuviéramos tiempo de componerlo todo de tal manera que tuviera sentido para cualquiera que no fuera nosotros. Y me doy cuenta de una cosa: no es lo que coges, sino lo que te llevas.
No sé cómo no me di cuenta la primera vez, el agua es tan azul como sus ojos.
Noto que las preocupaciones se esfuman. Me siento relajada y feliz, más feliz que en bastante tiempo. Vivo el momento. Estoy Aquí.
Pero ese no fue el motivo. El porqué es ya nada importa. Ni el instituto, ni ser provista, ni los novios, los amigos, las fiestas, los programas de escritura creativa, ni…Todo eso no son más que cosas para llenar el tiempo hasta que muramos.
Pero veo que él no va a ningún lado, y entonces su mano localiza de nuevo la mía. En lugar de retirarla, me obligo a mantenerla allí, y es agradable, la verdad. La corriente eléctrica se acelera. Mi cuerpo zumba. Se levanta la brisa y agita las hojas de los árboles. Es casi como música. Permanecemos así, el uno junto al otro, mirando a nuestro alrededor.
Pienso en aquellas X, negras y grandes, con las que tachaba cada día porque lo único que deseaba era ir dejándolos atrás.
Porque las personas de mi edad necesitan un lugar donde buscar consejos o ayuda o diversión o simplemente un lugar donde estar sin que nadie se preocupe por ellas. Un lugar sin límites, sin miedos, un lugar seguro, un lugar como su habitación.
Se acabó el invierno. Finch, me has traído la primavera.
Últimamente no siento nada. He llorado algunas veces, pero básicamente me siento vacía, como si me hubieran extirpado por vía quirúrgica cualquier cosa que pudiera hacerme sentir, sufrir, reír y amar, dejándome hueca como una concha sin habitante.
Y me doy cuenta de una cosa: no es lo que tomas, sino lo que te llevas.
Frases de Finch
¿Y si la vida pudiera ser así? ¿Solo las partes felices, no las horribles, ni siquiera las medianamente agradables? ¿Y si pudiéramos recortar lo malo y conservar lo bueno?
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A veces las palabras más feas esconden belleza; el secreto está en cómo las lees.
Acabo de despertar, pero es justo cuando estoy despierto que pienso en morirme.
Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo. No sabría decir qué es lo que ha sido distinto esta vez, solo que cuando me desperté me sentí más muerto de lo habitual. Despierto, sí, pero completamente vacío, como si alguien se hubiera estado alimentando de mi sangre. Ahora estoy en mi sexto día desde que volví a despertar y en mi primera semana de clase desde el 14 de noviembre.
Añoro el Londres que he dejado atrás. Sí, señor. Caminando por los pasillos me queda claro que Finch el Cabrón británico funcionará. Se hará el dueño del mundo. Será un mundo de compasión, de vecinos que aman a sus vecinos, de estudiantes que aman a otros estudiantes o que, como mínimo, los tratan con respeto. Sin juicios de valor, sin crueldad. Sin ponerles apodos. Sin nada de todo eso, nada de nada.
Camina unos metros por delante de mí, haciendo ver que yo no existo, pero ya me parece bien, estoy acostumbrado, y lo que ella no sabe es que esto no me perturba en absoluto. La gente o me ve o no me ve. Me pregunto cómo debe de ser eso de andar por la calle, seguro y a salvo en tu pellejo, fundiéndote con los demás. Sin que nadie se vuelva, nadie se quede mirándote, nadie te espere ni espere nada de ti, nadie se pregunte qué estúpida locura harás a continuación.
Conozco lo suficientemente bien la vida como para saber que no puedes contar con que las cosas permanezcan intactas e inmóviles, por mucho que te gustaría que así fuera. No puedes evitar que la gente muera. No puedes evitar que se marche. Ni siquiera uno mismo puede evitar marcharse. Me conozco lo suficientemente bien como para saber que nadie puede mantenerme despierto o impedirme dormir. Eso también lo llevo dentro.
Continúo aquí, y me siento agradecido, porque de lo contrario estaría perdiéndome todo esto. A veces, estar despierto está bien.
Cuando mejor pienso es de noche, cuando todos duermen. Sin interrupciones. Sin ruido. Me gusta la sensación de estar despierto cuando nadie más lo está.
De pronto, tengo uno de esos momentos que se tienen cuando has perdido a alguien, en los que te sientes como si te hubieran dado una patada en el estómago y te hubieses quedado completamente sin aire y piensas que nunca más recuperarás la respiración. Ansío sentarme en este suelo asqueroso y llorar y llorar hasta que ya no pueda llorar más.
El matrimonio muere. El amor muere. La gente desaparece.
Es un lugar tan íntimo y silencioso que me imagino que somos las dos únicas personas del mundo, que es como en realidad me gustaría que fuera.
Es una buena manera de averiguar por qué estamos aquí.
Escucha, durante una gran parte de mi vida me he visto etiquetado. Soy el friki. Soy el bicho raro. Soy el problemático. Inicio peleas. Decepciono a la gente. No hagas enfadar a Finch, hagas lo que hagas. Oh, ahí va ese de nuevo, con uno de sus raros estados de humor. Finche el Melancólico. Finch el Cabreado. Finch el Impredecible. Finch el Loco. Pero yo no soy una compilación de síntomas. No soy la víctima de unos padres de mierda y de una combinación de química de más mierda si cabe. No soy un problema. No soy un diagnóstico. No soy una enfermedad. No soy alguien a quien haya que rescatar. Soy una persona.
Estabas allá arriba porque ya no sabías dónde ir ni qué más hacer. Habías perdido todas tus esperanzas. Y entonces, como un gallardo caballero, yo te salvé la vida. Por cierto, sin maquillaje estás completamente distinta. No peor, no quiero decir eso, sino distinta. Tal vez incluso mejor.
Este es mi secreto: en cualquier momento saldré volando y huiré de aquí. Todo el mundo en la Tierra excepto yo –y ahora también Violet- se mueve a cámara lenta, como si estuvieran cargados de lodo. Nosotros somos más rápidos que cualquiera.
Haces que te ame…
Has sido en todos los sentidos todo lo que alguien puede ser. Si alguien hubiera podido salvarme, habrías sido tú.
He aprendido que en este mundo existe el bien si te esfuerzas por encontrarlo. He aprendido que no todo el mundo es decepcionante, y en eso me incluyo a mí, y que un montículo de 383 metros puede parecer más alto que un campanario si te encuentras al lado de la persona adecuada.
He aprendido que lo mejor es no decir nada sobre lo que en realidad piensas. Si no dices nada, dan por sentado que no piensas nada, solo lo que les dejas entrever.
Inútil. Estúpido. He crecido oyendo constantemente estas palabras. Son palabras que intento superar, porque si permito que se queden ahí, aumentarán de tamaño, me llenarán por completo y lo único que quedará de mí será un <>. Y no puedo hacer otra cosa que correr con todas mis fuerzas y llenarme con otras palabras. Esta vez será diferente. Esta vez me mantendré despierto.
La habitación está tal y como la dejé, y pienso que tal vez no sea la habitación lo que esté distinto. Tal vez sea yo.
La percibo durante un minuto: la sensación de paz cuando mi mente se acalla, como si ya estuviera muerto. Soy ingrávido y libre. Nada ni nadie que temer, ni siquiera a mí mismo.
La tomo de la mano y saltamos juntos. Y en ese instante no hay nada que temer, excepto la pérdida de contacto con su mano.
La verdad es que todos fueron días perfectos.
Lo que más miedo me da es lo del Ten cuidado. Lo que más miedo me da es la Caída Larga. Lo que más miedo me da es Dormir y el destino inminente e ingrávido. Lo que más miedo me da soy yo.
Lo que no digo entonces es: Quiero seguir vivo. Y no lo digo porque, teniendo en cuenta la gruesa carpeta que tiene delante, jamás me creería. Y una cosa más que tampoco creería: estoy luchando para permanecer en este mundo asqueroso de mierda. Lo de subir a la cornisa del campanario no tiene nada que ver con la muerte. Tiene que ver con el control. Tiene que ver con no volver a dormirme nunca más.
Lo que pasa con la comida es que hay cosas muchísimo más interesantes que hacer. Lo mismo me pasa con el dormir. Son una pérdida de tiempo.
Mantente completamente inmóvil y así no te hundirás.
Me envuelvo ahora con la colcha, me cubro todo lo que puedo -para no ver ni siquiera la habitación –y me tiendo en la cama como una momia. Es una manera de mantener el calor y la luz para que no vuelvan a salir nunca más.
Me gusta pensar que los colores, los sonidos y las palabras no tienen nada que ver con él, que son solo míos y de mi cerebro parecido al de un dios, brillante, complicado, que zumba, tararea, se eleva, ruge, se zambulle y se hunde.
Mira, yo no creo que sea tarde. Creo que es temprano. Temprano en nuestra vida. Temprano para esta noche. Temprano para lo que llevamos de año. Si lo cuentas, verás que lo temprano supera lo tarde. Es solo para hablar. Nada más. No tengo intención de hacerlo contigo.
No es culpa tuya. Y disculparse es una pérdida de tiempo. Tienes que vivir tu vida para nunca tener que decir que lo sientes. Es más fácil hacerlo bien de entrada y así no tener que pedir disculpas.
No estoy desaparecido. Me has encontrado.
No hay mejor momento que el presente, y todo eso que se dice. Tú, precisamente, deberías saber que solo tenemos garantizado el ahora.
No siempre podemos ver lo que los demás no quieren que veamos. Sobre todo cuando se esfuerzan al máximo por ocultarlo.
Nos turnaremos para elegir el lugar a visitar, pero tendremos que estar también dispuestos a ir allí donde la carretera nos lleve. Lo que se traduce en lo grandioso, lo pequeño, lo raro, lo poético, lo bello, lo feo, lo sorprendente. Como la vida. Pero absolutamente, incondicionalmente, decididamente, nada normal.
Pero entonces, una voz en mi interior dice: No eres ningún héroe. Eres un cobarde. Solo las has salvado de ti mismo.
Poca gente diría eso de mí, pero una de las cosas que me gustan de esta vida es que puedes parecerle alguien distinto a todo el mundo.
Podría saltar. Estaría hecho en cuestión de segundos. Se acabó Theodore el Freak. Se acabó sufrir. Se acabó todo.
Por cierto, por si te sirve de algo, te informo que me has enseñado una cosa, Ultravioleta: el día perfecto existe.
Porque a la gente le gusta que finjamos, Kate. Lo prefiere.
Precioso es una palabra preciosa que deberías utilizar más a menudo.
Quiere decir: La necesidad de ser, de querer ser importante y, si de morir se trata, morir con valentía, con clamor… Perdurar, en suma.
Recordamos instantes, no días.
Recuerdo su sonrisa y su risa cuando yo era mi mejor yo y ella me miraba como si fuera una persona sin nada malo y entera. Recuerdo cómo me miraba de la misma manera incluso cuando ya no lo era.
Reír está bien, debes saberlo. Ni se abrirá la tierra. Ni tampoco te irás al infierno. Créeme. Si el infierno existe, iré allí antes que tú, y estarán tan ocupados conmigo que ni siquiera podrán admitirte.
Se acaba demasiado pronto, y quiero repetirlo, porque la vida debería ser así siempre, no solo durante diez segundos.
Si algo he aprendido es que hay que sacar el máximo provecho de todo.
Siempre me ha maravillado lo de la gente y el sueño. Yo ni siquiera dormiría de no tener que hacerlo.
Sin duda habrá un chico que te amará por ser quien eres. No te rindas.
Sinceramente, Violet. No sé por qué no gusto a nadie. Mentira. Quiero decir que lo sé pero no lo sé. Siempre he sido diferente, pero para mí la diferencia es normal. Me decanto por una versión de la verdad.
Tecleo: Mi cerebro es la maquinaria más inexplicable, zumba, tararea, se eleva, ruge, se zambulle y luego se hunde en el lodo. ¿Y por qué? ¿Para qué tanta pasión?.
Tenga cuidado, implica que todo tiene un final, que tal vez se produzca dentro de una hora, dentro de tres años, pero un final, de todos modos. ¿Acaso le daría un ataque si me dijera «Me alegro de verdad por usted, Theodore. Felicidades por haber encontrado a alguien que lo hace sentir tan feliz»?
Theodore Finch: estuve vivo. Ardí con incandescencia. Y luego morí, aunque en realidad, no. Porque alguien como yo no puede morir y no muere con los demás. Permanezco ahí,como las leyendas del Blue Hole. Siempre estaré aquí, en las ofrendas y en las personas que dejé atrás.
Tocar la guitarra como Jimmy Page. Componer una canción que cambie el mundo. Encontrar el Gran Manifiesto. Valer para algo. Ser la persona que quiero ser y que con eso sea suficiente. Saber qué es tener un mejor amigo. Importar.
Todo en este mundo lleva un final incorporado, ¿no?
Todo esto lo convierte repentinamente en algo real. El peso de lo que sucedió aquí podría hundirme como una piedra en la tierra hasta quedar engullido por entero.
Uno de los problemas que presenta la gente es que a menudo se olvida de que lo que de verdad cuenta son las pequeñas cosas. Todo el mundo está ocupado esperando en el Lugar de Espera. Si nos parásemos un momento a recordar que existen cosas como la torre Purina y una vista como esta, todos seríamos más felices.
Y de repente noto que pasa el momento, que tal vez ya ha pasado, y ahora me parece una idea estúpida.
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