Fahrenheit 451 ocupa un lugar destacado en el panteón de novelas distópicas de los aficionados a la ciencia ficción. La novela de Ray Bradbury nos presenta un futuro donde los libros están prohibidos y existe un cuerpo de bomberos dedicados a quemar cualquier obra literaria que encuentren. Las frases de Fahrenheit 451 que compartimos a continuación son una señal de alerta contra la censura como arma para mantenernos dóciles e ignorantes.
Frases de Fahrenheit 451
¡Qué extraño encuentro en una extraña noche!
¿Ha visto los carteles de sesenta metros que hay fuera de la ciudad? ¿Sabía que hubo una época en que los carteles sólo tenían seis metros de largo? Pero los automóviles empezaron a correr tanto que tuvieron que alargar la publicidad, para que durase un poco más.
¿La muchacha? Es una bomba de relojería (…) Ella no quería saber cómo se hacía algo, sino por qué. Esto puede resultar embarazoso. Se pregunta el porqué de una serie de cosas y se termina sintiéndose muy desdichado.
A buen fin, no hay mal principio.
Calidad de la información, ocio para asimilarla y emprender acciones basadas en lo que aprendemos.
Como al llenar un recipiente gota a gota, hay una gota final que lo hace desbordarse, del mismo modo, en una serie de gentilezas hay una final que acelera los latidos del corazón.
Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio adonde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. No importa lo que hagas – decía – en tanto que cambies algo respecto a cómo era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ello tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí. El jardinero estará allí para siempre.
Cuanto mayor es la población, más minoría hay.
Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado. Atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos ‘hechos’ que se sientan abrumados. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices. No les des Filosofía o Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino, se encuentra la melancolía.
El día en que falleció, el mundo sufrió una pérdida de diez millones de buenas acciones.
Ella no quería saber cómo se hacía algo, sino porqué.
Era un placer quemar.
Es usted un romántico sin esperanza.
Eso es lo bueno de estar moribundo. Cuando no se tiene nada que perder, pueden correrse todos los riesgos.
Fahrenheit 451: temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde…
Hemos de ser todos iguales. No todos nacimos libres e iguales, como dice la Constitución, sino todos hechos iguales. Cada hombre, la imagen de cualquier otro.
La guerra nos parece algo remoto porque tenemos nuestros propios problemas.
La magia sólo está en lo que dicen los libros, en cómo unían los diversos aspectos del Universo hasta formar un conjunto para nosotros.
La noche en que falleció, el mundo sufrió una pérdida de diez millones de buenas acciones.
La televisión, esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete mucho y en realidad da muy poco.
Llena tus ojos de ilusión. Ve al mundo. Es más fantástico que cualquier sueño real o imaginario. No pidas garantías, no pidas seguridad. Nunca ha existido algo así.
Lo que usted busca está en el mundo, pero el único medio para que el 99% de la gente lo pueda ver es el libro.
Los años de universidad se acortan, la disciplina se relaja, la Filosofía, la Historia y el lenguaje se abandonan, el idioma y su pronunciación son gradualmente descuidados. Por último, casi completamente ignorados.
Los buenos escritores tocan la vida a menudo. Los mediocres la rozan rápidamente. Los malos la violan y la abandonan a las moscas.
Los libros están para recordarnos lo tontos y estúpidos que somos. -Son la guardia pretoriana de César, susurrando mientras tiene lugar el desfile por la avenida: `Recuerda, César, que eres mortal´-. La mayoría de nosotros no podemos salir corriendo por allí, hablando con todo el mundo, ni conocer todas las ciudades del mundo, pues carecemos de tiempo, de dinero o de amigos. Lo que usted anda buscando, Montag, está en el mundo, pero el único medio para que una persona corriente vea el noventa y nueve por ciento de ello está en un libro. No pida garantías. Y no espere a ser salvado por alguna cosa, persona, máquina o biblioteca. Realice su propia labor salvadora, y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía a la playa.
Nadie escucha ya. No puedo hablar a las paredes, porque éstas están chillándome a mí. No puedo hablar con mi esposa, porque ella escucha a las paredes. Sólo quiero que alguien oiga lo que tengo que decir. Y quizá, si hablo lo suficiente, diga algo con sentido.
No eres como los demás. Y he visto a muchos, y los conozco. Cuando hablo, tú me miras. Anoche, cuando dije algo acerca de la luna, tú miraste hacia la luna. Los demás nunca harían algo así. Los demás me dejarían hablando sola o me amenazarían. Ahora nadie tiene tiempo para nadie. Tú eres uno de los pocos que me soportan, Por eso pienso que es muy extraño que seas un bombero, me parece que no es lo apropiado para ti.
No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe.
No importa lo que hagas en tanto que cambies algo respecto a cómo era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos.
No juzgue un libro por su sobrecubierta.
No quería saber cómo se hacía algo, sino por qué.
No son libros lo que usted necesita, sino algunas de las cosas que hubo en los libros.
Pero esto es lo maravilloso del hombre: nunca se desalienta o disgusta lo suficiente para abandonar algo que debe hacer, porque sabe que es importante y que merece la pena serlo.
Pero no considero que sea sociable reunir a un grupo de gente y, después, no dejar que hablen.
Quemémoslo todo, absolutamente todo. El fuego es brillante y limpio.
Quizá los libros nos saquen un poco de esta oscuridad. Quizá eviten que cometamos los mismos condenados y disparatados errores.
Quizás algún hombre necesitó toda una vida para reunir varios de sus pensamientos, mientras contemplaba el mundo y su existencia y, entonces, me presenté yo y en dos minutos, ¡zas!, todo liquidado.
Se produjo un chasquido, como el de la caída de los fragmentos de un sueño confeccionado con cristal, espejos y prismas.
Si el baloncesto y el fútbol inundan el mundo a través de la MTV, no se necesitan Beattys que prendan fuego al queroseno o persigan al lector.
Si escondes tu ignorancia, nadie te herirá y nunca aprenderás.
Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. O, mejor aún, no le des ninguno.
Siempre lo he dicho, poesía y lágrimas, poesía y suicidio y llanto y sentimientos terribles, poesía y enfermedad. ¡Cuánta basura!
Tengo diecisiete años y estoy loca. Mi tío dice que ambas cosas van siempre juntas.
Tengo diecisiete años y estoy loca. Mi tío dice que ambas cosas van siempre juntas. Cuando la gente te pregunte la edad, dice, contesta siempre: diecisiete años y loca.
Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que haber algo. Uno no se sacrifica por nada.
Todos tenemos nuestras arpas para tocar. Y, ahora, le corresponderá a usted saber con qué oído quiere escuchar.
Todos tenemos una memoria fotográfica, pero nos pasamos la vida aprendiendo a olvidar.
Un libro es un arma cargada en la casa de al lado … ¿Quién sabe cuál puede ser el objetivo del hombre que ha leído mucho?
Un libro es un arma cargada.
Vive como si fueras a morir dentro de diez segundos, ve al mundo, es más fantástico que cualquier sueño real o imaginario.
Vivimos en una época en que las flores tratan de vivir de flores, en lugar de crecer gracias a la lluvia y al negro estiércol.
Y cuando murió, de pronto me di cuenta de que no lloraba por él, sino por las cosas que hacía. Lloraba porque nunca más volvería a hacerlas, nunca más volvería a labrar otro pedazo de madera y no nos ayudaría a criar pichones en el patio, ni tocaría el violín como él sabía hacerlo, ni nos contaría chistes. Formaba parte de nosotros, y cuando murió, todas las actividades se interrumpieron, y nadie era capaz de hacerlas como él. Era individualista. Era un hombre importante. Nunca me he sobrepuesto a causa de su muerte. Cuántos chistes faltan al mundo, y cuántos pichones no han sido tocados por sus manos. Configuró el mundo, hizo cosas en su beneficio. La noche en que falleció el mundo sufrió una pérdida de diez millones de buenas acciones.
Y si se ahoga, muera, por lo menos, sabiendo que se dirigía a la playa.
Y si se fija, hay un hombre en la Luna.
Fahrenheit 451: Vídeo con frases
Te dejamos con este vídeo que muestra los mejores fragmentos de Fahrenheit 451.
¿Has leído Fahrenheit 451? Sí la respuesta es no, esperamos que este post te anime a incluirlo en tu lista de próximas lecturas.